Anima Tropical
“ Una universidad sueca quería invitarme para unos seminarios literarios realizados en la primavera. Los seminarios no me interesaban, mucho menos los estudios de literatura, quería aprovechar el chance de conocer Suecia con todo pago. Por alguno motivo(…) yo creo que la social democracia sueca no agradaba a las personas que podrían darme la visa y autorizar mi viaje.” Página 17
Así comienza Animal Tropical*, ese libro fabuloso de Pedro Juan, donde lo tercermundista tropical es comparado con la cualidad del primer mundo europeo. El escritor retrata lo cotidiano “habanero” y su adaptación en Suecia al lado de una mujer completamente distinta a las mulatas cubanas de su Habana.
“(…) pertenezco a una sociedad efervescente, que convulsiona, con un futuro absolutamente incierto y imprevisible (…) vivo en un barrio de negros, negros que a cien años atrás eran esclavos y desde esos cien años lograran muy poco”. página 17
El eje central del libro, son las contradicciones entre el mundo nórdico y el caribeño representado a través de las capitales y de las amantes del escritor. Es una lucha por la supervivencia en una Cuba devastada por la escasez y un mundo de fascinación casi perfecto desvendado en Europa. Es un ejercicio para mantener la sanidad donde la individualidad personal es construida constantemente.
Mientras el autor aguarda la autorización de su visa, mantiene contactos por teléfono con Agneta, la productora del evento literario en Estocolmo. Aunque Agneta sea de una eficacia y puntualidad admirable, como cita el personaje, lo que le encanta son las negras, las calles sucias de Habana, las mezclas, el meztizaje, algo que según el escritor “salva”, quien aboga por incrementar la mezcla de razas, produciendo mas mulatas y mulatos.
Esperando por el viaje a Escandinavia, aprovecha al máximo sus cuotas tropicales como se fueran las últimas. Al lado de la mulata Gloria tiene comprensión y amor, un amor como le gusta sin compromiso, sin escrúpulos y reglas.
“La cuestión de la embajada sueca dio trabajo. Pienso que fui unas doce veces. De bicicleta por el Malecón, unos diez quilómetros. Precisaban siempre de nuevos documentos (…) parece que se quedan aburridos (…) tan protegidos contra terroristas, invasores, microbios, enfermedad tropicales y otras tantas plagas que evidentemente se quedan aburridos entonces tienen que inventar travesuras. En alguno momento uno tipo me dijo con aire despreciativo: “ parece que los cubanos dejan las cosas para última hora” Página 127
La espera es larga ya que la embajada Sueca tarda para permitir su visa. Para viajar es necesario ser invitado por una institución que pague todos los gastos, la autorización de emigración, visa, seguros médicos, tienen que se responsabilizar por la estadía de ese extranjero para que no se convierta en un inmigrante.
Veinte horas de Habana para Estocolmo. Y nuestro personaje llega a una tierra extraña que más habla inglés que el propio sueco. Cita en su libro la calle “Sveavägen” un poco arriba de la “Radmansgåtan” donde queda una barra llamada Habana. Comida buena, una jarra de cerveza por cinco dólares, mucha salsa y negros habaneros. Ahí se encuentra con otros cubanos en distintas situaciones, exilados, casados con suecas ó simplemente solos intentando la suerte. Unos no comprenden el idioma, otros no tienen trabajo en su campo dejan sus profesiones para dar clases de salsa ó viven a costas de sus mujeres.
No es simple vivir en un país distinto, donde el clima es rigorosamente al contrario de lo que estas acostumbrado, el idioma extraño, donde dejas de ser lo que eras para cambiarse en lo que necesita ser, el animal tropical esta ahí implorando para que no le olvide pero muchos no tienen otra chanza. Al preguntar a esas personas si quieren volver a Cuba las respuesta es una.¡No! Nuestro personaje vuelve.
Antes de volver tiene mucho tiempo con su amante sueca, relata que es una mujer simple, la comparación es inevitable y claro las cubanas son más exigentes quizá por que dan más. El sexo le parece algo natural sin esfuerzo, tibio, casi sin emoción.
Escuchó decir que los suecos son fríos e ingenuos, en Cuba le decían cuando niño” no te hagas de sueco” no te hagas de tonto. Pero el personaje de Agneta es una mujer dulce, recatada y elegante, el tipo que no hace un hombre feliz pero puntual y eficaz en las tareas. Mecánica y simple.
Siempre que puede el personaje huye de su mundo perfecto para escribir cartas a su mulata Gloria y así recobrar la salud mental. Ese mundo nórdico tan ordenado, con horas para llegar y salir, ese mundo que convierte a las personas en seres neuróticos, alcohólicos, hipocondríacos, ese mundo perfecto lleno de reglas no tiene lugar para un animal tropical y aunque que maravilloso por unas horas, con los días se transforma en un sanatorio. Volviendo a La Habana, es necesario acostumbrase otra vez con la suciedad, con el pensamiento tropical y latino, con la burocracia, y escasez persistente en Cuba. Pero llegando a su casa tiene otra vez la mujer que lo comprende que puede besar los pies y por donde quiera, sin escuchar “no hagas eso, no toques ahí” expresiones de mujeres recatadas y del primer mundo. Tiene finalmente sus dosis de tercer mundo, su ron, sus puros y ninguna pretensión. Se siente en casa, se siente en paz.
*Animal Tropical, Estocolmo – Habana.1999/2000, Gutiérrez, Pedro Juan – traducción para el portugués: José Rubens Siquiera – São Paulo, Cia das Letras – 2002
Artículo publicado ern Cuba Nuestra, gracias por los arreglos de Carlos Manuel Estefania Aulet
besotes
Michelle
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